El viaje que no quiero

Ese placer por la pobreza y la basura yo no lo comparto. Quizás sea porque soy latina, vivo en este continente y no me permito justificar ni deleitarme en lo que décadas de corrupción y abuso de poder han hecho con muchas ciudades y países de América.


No quiero generalizar ni atribuir comportamientos a ningún grupo en específico, pero me molesta profundamente cuando la suciedad, la falta de oportunidades, la desigualdad y la desidia son contemplados como características folclóricas y prueba de la autenticidad de un determinado lugar. ¡Qué experiencia tan rústica y única! 


Not.



El nuestro es un continente riquísimo: tierras fértiles en todo sentido; turismo descollante en algunos lugares; exportación de los más deliciosos manjares para el resto del mundo; desarrollo de nuevos polos de innovación y creatividad... América lo tiene todo. Y sin embargo, la mayoría de nuestros países está en deuda con sus habitantes.


Cuando viajo a un país y las carreteras están tan deterioradas que un viaje toma más del doble de tiempo del que debería; no me parece una experiencia divertida para retratar en un blog como éste y sentirme viviendo un momento único derivado de que a las autoridades de ese país les importa una mierda arreglar el pavimento.


Cuando lo único que se ve desde la ventana del bus son toneladas de basura acumuladas en la carretera, no me nace tomar una foto para luego subirla a Instagram y vanagloriarme del impacto y el choque cultural que me produce todo eso, pero que a la vez me deleita superlativamente y me hace sentir tan tercermundista y tan lejos de mi lugar de origen. A mí me produce rabia. Porque no hay absolutamente ninguna razón que justifique estas situaciones.


Cuando existe un tour en honor a Pablo Escobar y hay personas que se mueren por tomarlo, siento dolor. Demostramos nuestra ignorancia en el conocimiento de la tragedia de un país entero que lo único que trata de hacer es cambiar hacia un presente y un futuro más luminosos, incentivando la glorificación de una figura que bien se puede asimilar, por ejemplo, a nuestro Pinochet. ¿Y cómo me sentiría yo si existiera un tour sobre Pinochet y la gente lo tomara como quien va a conocer la casa de Pablo Neruda? Como el pico. ¿El tour incluye el almuerzo o hay que llevarlo a parte? Es una falta de respeto.


Esta tendencia de que mientras más sucia y descuidada la ciudad, mejor, me altera profundamente. Para mí no representa ninguna autenticidad en término de los habitantes de un lugar. Cuando me enfrento a estos "paisajes" estoy frente a la realidad más dura de nuestro continente: la corrupción es tan profunda y está tan arraigada que se expresa en un abandono cotidiano que a gran parte de la comunidad turística, especialmente mochilera, le parece pintoresco.


Entiendo que todo lo que es diferente tiende a ser un toque más seductor; pero es necesario que comencemos a criticar todas esas diferencias que no son tal, sino que son NEGLIGENCIAS.


No me estoy refiriendo a comunidades que se mantienen fuera de la influencia de la globalización y que viven de modos mucho más frugales y austeros. Hablo de ciudades ricas en las que los niños trabajan en las calles y en las que los perros escarban la basura de varios días que con el calor aumenta la presencia de mosquitos y genera, por ejemplo, epidemias. Luego, todas esas personas, no tienen el acceso a la salud necesario para tratar esas enfermedades. Y así sucesivamente.


Ciudades que son peligrosas porque ahí también hay una rabia latente que a veces se manifiesta en ataques a esos turistas con esas cámaras buscando retratar a los niños que se están comiendo los mocos y a los caballeros caminando a la orilla del camino descalzos, arrastrando un carrito con chatarra. Sólo con un afán de morbo y de falsa sensación de conexión con lo local. Incluso, quizás, frenando una crítica que sienten, pero que no hacen porque nos han enseñado tanto que debemos respetar las diferencias culturales, que nos han silenciado al momento de alzar la voz en contra de lo que no está bien y es inhumano.


Cuando hablo de esta América pobre, también hablo de nuestra responsabilidad como ciudadanos de sus fronteras. ¿Cuánto de todo lo que sucede es porque no hemos sabido frenarlo?


Siempre me voy a deleitar con una playa que esté frente a mis ojos; y siempre quiero seguir descubriendo nuevos destinos... Pero mi experiencia cultural nunca se verá enriquecida ni mi corazón deleitado por las atrocidades que muestra la injusticia social. Y con ello no quiero decir que esté comprometida a hacer algo al respecto; porque no lo estoy, sólo quiero conversar sobre lo ignorante que es celebrarla y romper la burbuja de que todo lo que se ve estando de viaje es color de rosa. Pues no lo es.

4 comentarios:

  1. Que horror lo que dices y que pena me da comprobar que no se ha hecho nada yo hice un viaje por tierra desde Quito -Ecuador a Santiago de Chile pasando por todas esas grandes y chiquitas cuidades que de verdad dan mucha lastima y de esto hacen ya mas de 35años y habian esos grandes abandonos de los pobres pobladores de esos lugares mucho niños sucios mal alimentados y mal vestidos pero dije ojala esto cambie algun dia y veo que no ha sido asi

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    1. Hay cosas que quizás nunca cambiarán, mamilla. Deberías escribir sobre ese viaje que hiciste por tierra. Love you, cabecilla.

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  2. Gracias,Lu. No podrías haberlo dicho mejor.

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